El Índice de Desarrollo Humano 2019 y el índice que lo complementa, ajustado por la desigualdad, muestran que la distribución desigual de la educación, la salud y los niveles de vida obstaculiza el progreso de los países.

En 2018 se perdió el 20% del progreso del desarrollo humano debido a las desigualdades.

El último Informe sobre Desarrollo Humano 2019 pone de manifiesto que, a pesar de que para millones de personas la brecha en aquellos aspectos ligados a las condiciones de vida más básicos se ha reducido, está surgiendo una nueva generación de desigualdades.

El documento asegura que, por ejemplo, de no abordarse adecuadamente, el cambio climático y los cambios tecnológicos podrían provocar una “nueva gran divergencia” en la sociedad no vista desde la Revolución Industrial.

El documento analiza la desigualdad en tres esferas, establece que es un problema que tiene solución y propone una batería de políticas para combatirla:

  • Inversiones en la primera infancia y a lo largo de toda la vida: la desigualdad comienza antes del nacimiento y puede acumularse, amplificada por las diferencias en salud y educación, durante la edad adulta.
  • Productividad: Lasinversiones deben continuar a lo largo de la vida de la persona, tanto cuando obtienen ingresos en el mercado laboral, como posteriormente. Los países con una mano de obra más productiva tienden a presentar una menor concentración de riqueza en el tramo superior de la distribución. Esto se debe, por ejemplo, a políticas que fortalecen el papel de los sindicatos, a la fijación de un salario mínimo adecuado, a procesos para pasar de la economía informal a la formal, a la inversión en protección social y a la atracción de las mujeres al mercado laboral. Sin embargo, las políticas dirigidas a mejorar la productividad no bastan por sí solas.
  • Gasto público y tributación justa: el Informe argumenta que la tributación no puede considerarse de forma aislada, sino como parte de un sistema de políticas, que incluyen el gasto público en salud y educación, y alternativas a un estilo de vida con altas emisiones de carbono.
  • Igualdad de género: si se mantienen las tendencias actuales, se tardarán 202 años en cerrar la brecha de género solamente en el terreno de las oportunidades económicas.
  • La crisis climática: como demuestran las numerosas protestas a escala mundial, políticas vitales para afrontar la crisis climática, como el establecimiento de un precio para el carbono, pueden llegar a gestionarse de forma incorrecta. Esto puede provocar un aumento de las desigualdades reales y percibidas de las personas más desfavorecidas, que destinan una proporción mayor de sus ingresos que sus vecinos más ricos a adquirir bienes y servicios de alto consumo energético.
  • Transformación tecnológica: la tecnología, incluso en forma de energías renovables y eficiencia energética, financiación digital y soluciones sanitarias digitales, permite entrever que la desigualdad puede romper con el pasado si las oportunidades se aprovechan con rapidez y se distribuyen de forma amplia.

“Reconocer el verdadero rostro de la desigualdad es el primer paso. Lo que suceda a continuación dependerá de las decisiones que tome cada líder”, concluye el administrador del PNUD.

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